Lo recuerdo como si fuera hoy.
Ese enero de 2001 hizo mucho, pero mucho calor.
Las canchas eran (¿son? son) verdaderos hornos a presión.
En el Norte (Tucumán, Sunchales) las giras de los equipos del Sur (Bahía, Comodoro) eran de puro padecimiento, y sacábamos ventaja.
Las Delegaciones visitantes se descomponían, y sufrían diarreas (le ganamos a Independiente ese día de local en Villa Luján, porque además de tener a Diego ”Demonio” Sánchez (un ídolo eterno, lejísimo el que más le dio al tucumano de a pie, del que todavía nadie escribió la historia completa), Malara, Alba, Aguirrezabala se la habían pasado todo el día cagando antes de ir a la cancha. Hasta los negros de ellos (Moseley, un tirador al cual Díaz Cuello le hizo un Catch Sopapa en la boca) estaban deshidratados.
Comíamos en el bar del Astoria las dos delegaciones (Belgrano 91 Independiente 83). Con Diaz Cuello deglutiamos felices, empanadas y Coca Cola de litro en vidrio. Después nos tocaba caminar 70 cuadras hasta nuestra casa. Una aventura insólita, abandonados a nuestra suerte pero en medio de una extraña felicidad.
No me voy a olvidar jamás la cara del negro Malara. Un Celular Motorola viejísimo traía la mala noticia. La piña al mentón. El Shock. Todos los jóvenes de la cantera del Rojo de La Pampa lo conocían. Mucho más que nosotros. Habíamos jugado dos veces en el último mes contra Bahía, Gaby era el proyecto de alero del futuro que se había estancado en medio de una Liga con extranjeros muy talentosos ”la última del uno a uno”, que no terminaba de dar el salto, versátil, largo, talentoso, pero algo distante.
Se desplomó en el sauna del Hogar de Los Tigres. No se pudo hacer nada. Los que estaban allí no lo olvidarán jamás. El ambiente tampoco.
Queda su sonrisa, su foto joven. Estamos todos canosos y panzones, los talentosos como él (Victoriano), los guerreros (Palladino) y los perros (YO). El está impoluto, en algún lugar del saber popular. Tímido, dulce, un chico grande, Inolvidable.
Como corolario, la Liga sigue exponiendo a sus Bestias de Carga, digo jugadores, A DERRETIRSE Y HASTA A JUGAR FINALES, A LAS 11 DE LA MAÑANA.
Gabriel Riofrio tenía 23 años al momento de su muerte. Ver menos